miércoles, 17 de diciembre de 2014


FELIZ NAVIDAD CON LOS BELENES DE LA VILLA Y CORTE

 

       Podría enumerar dos docenas de razones por las que la Navidad me pone los pelos de punta. Sólo de pensar que tengo que sacar del trastero la pandereta, el belén, el árbol ecologista de plástico, las bolas, las velas, la vajilla de las grandes ocasiones y hacer hueco retirando mis jarrones de cristal llenos de piedras, recuerdos de mis andanzas por el mundo, para el cambio de decoración con el fin de ajustarla al momento, ya me entra el yuyu. Después hay que salir de compras, todo esto y más, para acabar engordando cinco quilos en quince días con la sonrisa del espíritu navideño puesta, que ni siquiera puedes fruncir el ceño hasta que pasen los Reyes, no sea cosa que acabes con una espuerta de carbón en la puerta. Y es que los méritos que se recuerdan y tienen peso y valor son los que se curran en dos semanas de diciembre, el resto del año no cuentan, así que, ni se intenta hasta ver que te pilla el toro y la navidad nos pone el barniz de la virtud. Hasta los bancos te reciben con sonrisas antes de cerrar el año económico. Ya os vale.
Imagen internet
      No quiero seguir con las razones emocionales, que esto es otra cosa, pero que tienen su peso específico rotundo en el balance. Pero con todo,  la Junta directiva de Beturia, con su presidente a la cabeza, José Iglesias, os deseamos que la Navidad os bendiga y de lo mejor para el nuevo año, con un gran abrazo amigo.
      Perdonadme, beturios, pero no puedo escribir beturiamente, sin desahogarme antes, es como el confesionario que una sale con la euforia de estar libre de culpa, aunque le espere la penitencia. Y ahora, ya a lo nuestro  y esta vez tengo que repetir lo que os dije en Baeza y que no es mío, sino de Alejandro Dumas : “Volvieron radiantes de ese entusiasmo del que hacen gala quienes quieren inspirar a los demás de la pena de no haber visto lo que ellos vieron”.
Felipe Cortés, en primer plano con Inmaculada,
 José y Serapio al fondo. Imagen. A. Pons Coch
      Y es que el sábado tocaba recorrer los belenes de Madrid. Fantástico Felipe Cortés, fantástico. Recorrer Madrid con él,  no es una ciencia exacta, ni un inventario de palacios, iglesias o monumentos, es recorrer la vida, el pasado y el presente, de sus calles pasadizos y plazas, de sus cafés, de callejuelas y rincones que nadie mira.

    
Un entrañable balcón aprovechado al máximo
en una vieja calle de Madrid. Imagen. A. Pons Coch
 Felipe, para los que no lo conocéis, es de mediana edad, o lo parece, y mediana estatura, tirando a bajo. Camina erguido y viste con elegancia, tiene la voz y los gestos comedidos de un caballero que acompaña de una media sonrisa que ilumina la sobriedad de su planta. Es discreto y amable y nunca le he visto un mal gesto, vamos que no se despeina como lo puedo hacer yo, ni ante las circunstancias más adversas. Pero, sobre todo, es buena gente, con bondad genuina, esta que no es blandengue, ya me entendéis, sino que se proyecta hacia las necesidades de los demás. Su esposa se llama Inés. Todas las mujeres podríamos hacer una lista de los defectos de nuestros maridos, lista que estaría llena de cariño y amor, sin duda, pero feroz y diabólica a más no poder. Yo no le he preguntado a Inés, así que no puedo poner nada que no haya visto y que además dudo que Inés siquiera tenga una lista.
 

Toñi y Mª Loli, con Pepe, Inmaculada, Vicente, Serapio.
 Imagen A. Pons Coch 
 


Con él cruzamos en comandita el frío y la lluvia de Madrid, desde Puerta Cerrada, nuestro punto de encuentro, hasta la iglesia de san Miguel. Todo el mundo pasa de largo ante el ciprés que hay en la entrada la derecha, quizás sólo con cincuenta años sobre sus ramas, este árbol que adorna los cementerios y que miramos desde la aprensión. Nada como el saber y la información para inducir al cambio de criterio. Os cuento: En muchos pueblos es un árbol sagrado gracias a su longevidad y a su verdor persistente, se le llama el árbol de la vida, nada que ver con el concepto establecido, aunque los romanos lo ligasen al culto de Plutón, dios de los infiernos, el simbolismo más primitivo evoca la inmortalidad y la resurrección, por su resina  y madera incorruptibles y su follaje persistente.  Se decía que el consumo  de sus semillas procuraba longevidad y si se frotaban con ellas los talones se podía andar sobre las aguas. Recomiendo probar donde no cubra.  Su tronco, si se corta, no vuelve a crecer, pero los abetos son un excelente corta fuegos por su resistencia a quemarse, su madera sirve para la construcción de templos y  barcos, debido a que no se pudre y a su durabilidad y fortaleza, como si desafiase la idea de la mortalidad. También se construyen  guitarras, que eso debe de ser un seguro para los que no quieren acabar con la guitarra rota en la cabeza. Ver por ejemplo la película Vacaciones en Roma.
El ciprés de la basílica de san Miguel. Imagen A. Pons Coch
 
El belén de san Miguel es muy bonito y le han colocado una figura del santo Escrivá de Balaguer en actitud catequística. Es un anacronismo, pero mucho mejor que un caganet.  Ya sabemos que es algo natural y orgánico pero explicitarlo en un belén es redundar en la naturaleza. Ahora verás tú los beturios catalanes la que me atizan.
El santo monseñor Escrivá de Balaguer
en el Belén de la Basílica de san Miguel.
Imagen A. Pons Coch

El Portal en el belén de la Basílica de san Miguel
 Puestos en el tema, estas callejuelas son proclives a estos desahogos por estar fuera de la vista, ahora y antes, pues ya en el s. XVII quien solía pasar, después de sus correrías tabernarias por la calle del Codo, rumbo a su casa del Barrio de las Letras, era Quevedo. Un vecino, harto de las piscinitas dejadas por el poeta, puso una cruz, pensando que el caballero no se atrevería, pero sí se atrevió, con lo que al día siguiente, el buen hombre además puso un cartel: “No se mea donde hay una cruz”. Poco dispuesto a ser disuadido del uso de su aliviadero, Quevedo, a la siguiente ocasión, añadió su propio texto al cartel: “No se ponen cruces donde se mea”

Quevedo pintado por Velázquez.
 Imagen internet


En el convento de las Carboneras, monjas jerónimas, con permiso para tener expuesto permanentemente el Santísimo Sacramento, tienen uno de los belenes más antiguos de Madrid, posiblemente anterior al napolitano del Palacio Real y su convento ha permanecido inalterable durante más de cuatro siglos, siendo declarado Bien de Interés Cultural en 1981. Parece ser que allí se sigue celebrando una misa diaria a la memoria del Gran Capitán, Fernández de Córdoba. Está en la Plazuela Conde de Miranda, a poca distancia de la Plaza de la Villa, donde una vieja se ganaba la vida encuadernando biblias milagrosas con piel humana, sustraída de los cementerios. No digáis que no os ilustro en el escalofrío. A pesar de ello, es una plazuela con todo el encanto de un pueblo pequeño a dos pasos de lo multitudinario. 


En la  Plazuela Conde de Miranda.
Imagen A. Pons Coch

 
El nombre de Carboneras les viene por una imagen de la Inmaculada encontrada en una carbonera y que fue rescatada y entregada al convento. El retablo del altar mayor tiene una espléndida Última Cena con una perspectiva original y dispuesta para que el lienzo pueda ser admirado en toda su grandeza desde abajo. Nos deja ver el evento desde un punto de vista diferente a la imagen frontal acostumbrada, instalado allí desde 1625, fue pintado por el pintor de la Corte de Felipe III, Vicente Carducho y metida en el arte, se me olvidó comprar a las monjas los dulces que ellas elaboran y que distribuyen a través de un torno. Seguro que vuelvo.
El lienzo de Carducho en el retablo de la iglesia del convente
de las monjas jerónimas, Carboneras., en el Madrid de los Austrias.
Imagen A. Pons Coch
 
De ahí pasamos a la iglesia de san Nicolás de los Servitas que no pudimos ver, por encontrarse cerrada. Pero Felipe nos ilustró debidamente. Nos encontramos ante la iglesia más antigua de Madrid.  Lo más probable es que su construcción sea del s. XII, los restos arqueológicos hacen pensar que pudo ser una mezquita y su torre, declarada monumento nacional en 1931, posiblemente un minarete mudéjar de aquella época, excepto el chapitel de pizarra que la remata, que es herreriano y realizado en el s. XVIII.

Torre mudéjar de san Nicolás.
Imagen internet
Llegados a Sol no pudimos entrar a ver el belén de la Real Casa de Correos, sede de la Presidencia de la Comunidad de Madrid, que este año evoca el Greco y Toledo,  la cola para entrar nos suponía invertir demasiado tiempo y el frío y la lluvia dos elementos disuasorios para aguantar el inconveniente a la intemperie, así que nos dirigimos a reconfortarnos con un vino, para acomodar al cuerpo, ya que el espíritu estaba bien. Pero ¡Oh dioses! Por el camino se nos había perdido Quico, no sabemos si por entremedias de la calle del Codo y la calle Mayor y ya estaban los móviles echando humo, pues su santa esposa le había mandado al belén del Ayuntamiento, antiguo palacio de Correos, y por una vez que un hombre hace caso, resulta que hay un malentendido, entendiendo que la pérdida no era irrecuperable y que volvería al redil, como así fue en un pispás, y la lluvia arreciaba, seguimos hablando de belenes, conventos, monjas y hasta del Cristo de Velázquez del museo del Prado, que al final todo guarda relación, pues parece ser que el rey Felipe IV se encaprichó de una monja de singular belleza, sor Margarita de la Cruz, conocedora la abadesa de las intenciones malsanas del rey, preparó una mise en scène, así que cuando el monarca llegó y preguntó por la religiosa, le condujeron hasta una sala donde en un lecho mortuorio, con las manos cruzadas sobre el pecho y con velones de funeral la velaba la comunidad. Quedó el rey tan impresionado que a modo de arrepentimiento les regaló el Cristo pintado por Velázquez, hoy en el Prado. Pero cuando descubrió la trampa se volvió a sofocar y dicen las lenguas viperinas, cría fama y échate a acostar, que no dejó virgen en el convento. Bah, yo no creo que diera tanto de sí, por muy rey y treinta hijos ilegítimos que dice la historia que tuvo.
 
El grupo. Imagen A. Pons Coch
La lluvia caía blanda sobre la historia y las leyendas desparramadas y así, camino del vino, llegamos a la iglesia del Carmen, que también estaba cerrada, se nota la ausencia de vocaciones, no hay curas para todas las iglesias de Madrid. Hasta ahora, todos los templos, catedrales e iglesias que he visto, estaban construidas, bien sobre una mezquita, un templo de Apolo o una sinagoga, pero nunca había visto una iglesia edificada sobre un prostíbulo. Bueno, pues la iglesia del Carmen, en la calle del Carmen, la que hay cerca  de la Puerta del Sol, paralela al Corte Inglés, para que nadie se pierda, esta sí. Veréis, yo no sé si mis células grises van a ser capaces de recordar tanto, porque me impresiona todo. No es que conserve la capacidad de asombro de mi primera infancia, pero reconozco que, al ser yo muy normalita, la capacidad de la gente, antepasados o no, de rizar el rizo me hace abrir los ojos, en sentido literal y del otro, y que recordar tanto tirabuzón con nombres, calles y apellidos, me colapsa a veces.

Los beturios en la puerta de la basílica de  san Miguel.
Imagen A. Pons Coch
 
Parece ser que un barrendero ensució involuntariamente las botas y  el impoluto traje del aguerrido y orgulloso oficial Bernardino Obregón, hidalgo de noble familia de Burgos, que destacó en Italia y Flandes, que le abofeteó iracundo. La reacción del barrendero fue tan inesperada como insólita, pues postrándose de rodillas le dijo, más o menos, “ Señor, mucho agradezco a vuestra merced la honra que me ha hecho con esta bofetada”. El gesto debió impresionar vivamente al militar que envolviéndose rápidamente en su capa se alejó apresurado para poco después abandonar la milicia y dedicarse a los pobres, trabajando en el Hospital General, hoy museo de Arte Reina Sofía, falleciendo en 1590, tiene una calle entre la Ronda de Valencia y el Paseo de Santa Mª de la Cabeza. Pues bien parece ser que el lupanar situado en las entonces afueras de Madrid, lo que hoy es la calle del Carmen, como decíamos, era causa de conflictos entre el vecindario, lo que propició la denuncia de Bernardino, haciendo que sobre el lupanar se edificara el templo que hoy conocemos, uno de los más grandes de Madrid.  Todo esto se lo perdió Quico en su extravío, porque en este momento del relato apareció con el móvil pegado a la oreja. Ello nos llenó de tranquila paz y Toñi, su esposa pudo desprenderse de la culpa por haberle mandado a otro belén. Pero es que estábamos con los paraguas en la esquina de la iglesia, justo enfrente de la calle Galdo, antes llamada el Candil. ¿Cómo iba a desaprovechar Felipe el embobarnos contándonos lo del candil?
En el siglo XIV y refugiado Pedro I el Cruel en el Alcázar, Enrique de Trastamara que había puesto cerco a la villa manchega que era entonces Madrid, vio la posibilidad de cruzar el recinto amurallado a través de la  atarjea contigua a la casa de una vieja hilandera. Ella aseguró que siendo un subterráneo estrecho y tortuoso, si encendían antorchas, el resplandor sería visto por los sitiados y les propuso guiarles a la luz de un candil. Don Enrique, aceptó con la amenaza de pena de muerte si les traicionaba o fuesen objeto de una emboscada. Don Enrique II el Ceremonioso, conseguido el trono, gracias al fratricidio y la traición del de Montiel, premió la ayuda de la hilandera colocando en la puerta de su casa un gran candil de plata. Tiempo después, cuando estos terrenos fueron comprados por los hermanos Preciado y no teniendo herederos la hilandera, la Real Tesorería resolvió que el candil debía pasar al fisco real. Tras resolverse el litigio, el Consejo de la Villa decidió que se fundiese y con su plata se hizo una lámpara para el santuario de la Virgen de Atocha.
La lluvia había templado el ambiente y barrido algo del frío decembrino, nos quitamos las capuchas y cerramos los paraguas, pero era conveniente no dejar para otro día el vino con tapa para brindar por la navidad, el buen futuro de todos nosotros y de Beturia y cumplir con los buenos propósitos, sobre todo cuando sabemos que la mayoría se quedan en eso y no se cumplen. Doy fe que nosotros sí y ya no recuerdo si cantamos hasta “Los campanilleros” o fue otro día. Gracias, Beturia. Gracias, Felipe. Salud para todos, beturios. A. Pons Coch
Imagen A. Pons Coch
 

miércoles, 26 de noviembre de 2014

LOS BETURIOS EN EL RENACIMIENTO ANDALUZ


Mi condición noctámbula hace de las puestas de sol un espectáculo y de los amaneceres, un amotinamiento, que no va a servir de nada, lo sé.  Aunque confieso que ver salir el sol es mucho más prometedor y de una belleza insuperable, lo digo con conocimiento de causa, no vayáis a pensar, me deja exhausta. Quiero dejar constancia, aunque sea la última vez. Señor presidente beturio:  yo dormí apenas tres horas, muy justitas, antes de salir, aún de noche, de marcha andaluza por el renacimiento y, a pesar de mi entusiasmo, sólo tuve tiempo de pintarme malamente la pestaña y hacerle una foto al nuevo sol del día, para perderme por los cerros de Úbeda de mis sueños, hecha un cuatro en el asiento del coche que nos llevaba.
Reconozco que para ver esto hay que madrugar.
 Imagen de A. Pons Coch

Para que conste. Mi foto





 
 Por lo tanto, sólo me queda el vago recuerdo de que pasábamos por la historia de nuestro país de la mano de una guía estupenda, Sol García, que nos hablaba con entusiasmo de lo saludable de la sonrisa, de cuánto se alegraba de que nosotros la lleváramos puesta y de que Diego, el hijo del Cid, murió en Consuegra, batallando contra los almorávides. Mira tú cómo voy a escribir yo una crónica renacentista, enlazando una cosa con la otra. Todo español sabe que hecha la pataleta y consumado el desahogo, uno se siente mejor, aunque le joroben las consecuencias.  La historia, si os fijáis, está hecha repetitivamente de lo mismo. De lo que sí doy fe de forma categórica es de la extraordinaria resistencia, fortaleza y excelente forma física de nosotros, los beturios. Ni una queja ni un desmayo ni una sedición ni cobardía, a pesar del mal café matutino de Ana, con la que me solidarizo y entiendo a la perfección y  los achaques de alguno de nosotros, mismamente yo, que ando con la espalda de saeta y una cadera flamenca y sin que se me note, ojo, trotones a tope, corroborado y reconocido por testigos imparciales.
El guía local, Andrea Pazzini, dueño
de la atención de todos. Imagen A. Pons Coch


En primer plano, Marián, Pepe, Mª José, Camilo.
Imagen A. Pons Coch
Cuando Sol se tomaba un respiro, que falta le hacía, los beturios de inmediato cogíamos el relevo, no por nada, sino para ampliar conocimientos que a primera hora es cuando más se aprende, y así Theo Acedo nos regalaba con los aceituneros altivos y Javier con los gentilicios, que siempre quita monotonía, además, puedo asegurar que estos dos, que son un saco de sabiduría,  no recurren a la Wikipedia como yo, si no a sus propias neuronas, en plural, aunque sean hombres y os parezca raro.
Y además, una bota de vino de pitarra, aunque protocolario, protocolario, no sería y esto está asumido, con nombre de Inmaculada y Agustín, hizo varios viajes, muchos varios, de arriba abajo del autocar, que no estaba yo para contarlos, aunque ausente de la realidad, tampoco. Intenté resistirme, pero a fuerza de verla pasar, capitulé y después de algunos tientos ya conseguí beber con cierta habilidad y sin que se me cayera casi nada, que  no es lo mismo levantar una copa que levantar la bota y sin tener los pies en firme.
En Úbeda y  Baeza, y por aquello de no incurrir en conflicto de competencias territoriales, contamos con Andrea Pazzini, un guía local de origen italiano afincado desde hace más de 20 años en Andalucía. Eso sí que fue una pasada. Estamos acostumbrados a que la mayoría de los guías nos suelten una retahíla de datos como si fueran el inventario de una casa en desahucio. Pero ahí las piedras estaban vivas y nos contaban su belleza y su historia.  Había alma en la palabra de Andrea y magia en las calles empedradas de unos pueblos que fueron  fronterizos durante casi tres siglos, que adquirieron un importante valor geoestratégico por su cercanía a los reinos de la Granada musulmana y la cristiana Castilla y teñida de sangre su historia y asolada la ciudad en 1368 con motivo de la guerra civil entre Pedro I de Castilla y Enrique II de Trastámara. El posterior saqueo de Pero Gil y los ejércitos de Mohamed V de Granada junto a la rivalidad de los bandos locales, Traperas contra Arandas primero y Cuevas contra Molinas después,  dio lugar a que las murallas y torres del Alcázar fuesen demolidas  por orden real, a fin de poner paz entre dichos bandos. Y hoy, cinco siglos después, aún queda en el lenguaje la memoria de la felonía en que incurrió uno de los personajes de esta historia  y que no me resisto a contar. Nadie ignora el significado de recibir una “puñalada trapera” y que al parecer uno de los supuestos orígenes, hay varios, fue en Úbeda y como de Úbeda hablamos, a este me remito:
Monumento homenaje al arquitecto Valdelvira.
 Imagen A. Pons Coch

Puerta de Jaén, Baeza, que forma parte del recinto amurallado.
Imagen A. Pons Coch
 
Como ya sabéis los embrollos por cuestiones de dinero y de poder, nada nuevo bajo el sol,  en que andaban metidos los Trapera y los Aranda, nobles cuyos antepasados merecieron el figurar en el escudo de Úbeda como componentes de los doce leones, en una de esas,  uno de los Aranda fue herido por un Trapera en el Claro del Salvador, al llegar a la torre de Ibiut. El Aranda malherido se refugió en la iglesia de Santo Tomás Canturiense (desaparecida),  El Trapera no respetando la misa que se celebraba le asentó ante el altar en el momento de la consagración, la puñalada definitiva que acabo con la vida del Aranda. Personado en la ciudad el Adelantado de Andalucía llamado Per Afan de Rivera, puso orden y, examinados los hechos, su sentencia fue el ajusticiar a varios de los Trapera e hizo desaparecer este apellido cambiándolo por el de Alcázar que llevaron los supervivientes y sus descendientes. Sobre esto hay varias versiones. También  me han contado que el sindicato de los traperos se ha quejado a la Real Academia Española, por reconocer esta frase. Pero posiblemente sea una trola.

San Juan de la
Cruz en Úbeda. Imagen Internet


 
Y así, entre historias y leyendas, anduvimos por las calles de los místicos, san Juan de la Cruz, Adónde te escondiste,/Amado, y me dejaste con gemido? /Como el ciervo huiste,/habiéndome herido /salí tras ti clamando, y eras ido.

A. Machado. Imagen Internet
De los poetas, Machado:  La España de charanga y pandereta, / cerrado y sacristía, /devota de Frascuelo y de María, /de espíritu burlón y alma inquieta, /ha de tener su mármol y su día, /su infalible mañana y su poeta.
 

Placa en la fachada casa natal de J. Sabina. Imagen Internet


De los cantaurores, Sabina: Y desafiando el oleaje / sin timón ni timonel,/por mis sueños va,/ ligero de equipaje,/sobre un cascarón de nuez, /mi corazón de viaje, /luciendo los tatuajes /de un pasado bucanero, /de un velero al abordaje,/de un liguero de mujer.
 
 
 




la Sacra Capilla del Salvador. Imagen A. Pon Coch

Y llegamos a la Sacra Capilla del Salvador, iniciada en 1536, joya del Renacimiento, declarado Monumento Arquitectónico Histórico y que con el conjunto monumental, junto al de Baeza, ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad  por la Unesco, que nos abrió sus puertas y sus secretos y cobró vida la ambición y el poder y el arte y las personas que lo hicieron posible. Francisco de los Cobos, secretario de Estado de Carlos I, sin título de nobleza, pero ante cuyos deseos hasta el Papa bendijo con su placet la construcción de la Capilla como monumento a su muerte, trajo el Renacimiento para construir un templo que fuera su tumba, que no vio concluida y que sólo gracias a la tenacidad de su esposa, treinta años más joven,  hizo posible que hoy ambos descansen bajo sus piedras. Un logro superior a cualquiera de los reyes que reposan en catedrales e iglesias, pero que no fueron concebidas para ellos. El poder de un hidalgo que acumuló poder y riqueza. El uno por ciento que recibe como Ensayador Mayor de los metales preciosos de la Casa de Contratación de las Indias, título otorgado por el emperador, junto con otras prebendas, le otorgará enormes riquezas. Un uno por ciento, no un tres por ciento. Vale y puntualizo, sin señalar a nadie.


Imagen A. Pons Coch
El proyecto se encargó Diego de Siloé, pero ocupado en la construcción de la catedral de Granada, hizo que tomara el testigo Andrés de Valdelvira.

El friso está decorado con escenas del Éxodo y  referencias a los trabajos de Hércules,
estableciendo un paralelismo entre las figuras de Hércules y Jesús, el hijo del Dios que tiene que vivir como mortal y superar penosas pruebas para, tras una muerte cruel debida a una traición, recuperar la posición que le corresponde junto a su Padre.


Imagen A. Pons Coch

En primer plano, el maestro Lebrato, Theo, Agustían, Camilo, Pepe, Marián
, Vicente, Ana. Imagen A. Pons Coch


Inmaculada, Quico, Serapio, Javier.
 Imagen Agustín Espinosa
El altar mayor está presidido por un retablo de madera policromada que representa la Transfiguración, de Alonso Berruguete y que fue destruido, así como gran parte de su riqueza interior,  en la Guerra Civil y solo se conserva original el Cristo central.

Detalle del retablo. Imagen Agustín Espinosa





 


 
 


 

Plano de la sacristía y la original
 forma de solucionar el espacio de la capilla.
Imagen Internet
La sacristía se consideró en un principio pequeña para un entorno tan magnífico, así que sufrió una peculiar ampliación y hoy está considerada como una de las principales obras del renacimiento español, con una riquísima decoración escultórica que simboliza vicios y virtudes, destacando su originalísima puerta, realizada en una esquina, como una de las soluciones arquitectónicas más atrevidas y bellas de Vandelvira y de la pericia de los canteros que la hicieron posible.
Entrada de la sacristía, salvando la esquina
de la capilla lateral. Imagen A.Pons Coch
Representa la Puerta del EdénEn lugar de columnas, hay cariátides con cestos de flores en la cabeza y, bajo dosel de piedra, está la Virgen de la Paz proclamando la concordia entre el poder y el pueblo, personificados por un emperador y un siervo que se arrodillan a su lado. 

Las calles se volvían empinadas y el tiempo era bueno, aunque frío y alguien debió pensar que debíamos engrasar los ejes y, sin dejar de andar ni perder ripio, la pitarra se puso a rodar y a rodar, tanto,  que creo que Agustín ya la perdió de vista.Yo seguí practicando un poco, por aquello de mejorar la técnica, ello nos permitió llegar con buen ánimo y mejor ritmo a la Sinagoga del Agua, descubrimiento reciente y abierta al público en 2010.

Bodega de la sinagoga del Agua
. Imagen Internet




Sala principal sinagoga del Agua. Imagen internet
  Una peluquería y varias viviendas ocupaban su espacio y durante unos trabajos de demolición para la construcción y mejora de viviendas aparecieron capiteles y otros restos de interés arqueológico. A lo largo de un periodo de 2 años, se realizó a un estudio minucioso, para sacar a la luz varias estructuras que permanecían ocultas en diferentes partes del edificio con columnas de capitel de palmeras características de la menorah judía. Su acceso tiene el embrujo y la magia de lo arcano. Hay que descender por debajo el nivel de la calle hasta llegar a la sala principal dividida en tres naves separadas por arcos apuntados que estaban integrados y ocultos en los muros de la antigua vivienda a la que pertenecían, conservando la galería de las mujeres a un nivel más alto.


La mikveh, lugar de baños rituales en la sinagoga del Agua.
Imagen internet
La bodega está situada bajo una bóveda de cañón rebajada y contiene un conjunto de grandes tinajas semienterradas que se empleaban para almacenar aceite y otros alimentos. Y en un nivel aún más inferior, que debió tener forma circular se encuentra la mikveh, el lugar destinado a baños rituales de purificación.

 Según la religión judaica, el recinto debía ser lo suficientemente grande para que pudiera sumergirse totalmente una persona y el agua no podía permanecer estancada, precisando una corriente permanente para su renovación que obtiene, aún hoy, de la capa freática de su subsuelo. El lugar respira una atmósfera mágica y fascinante. La pared frontal desvela que los judíos del S.XV aprovecharon un recóndito lugar que ya utilizaron nuestros ancestros 3000 años A.C en el calcolítico.
 
Virolos, hojaldres de Baeza. Imagen A .Pons Coch
Tenues como suspiros de hada son los virolos de Baeza, unos hojaldres que sólo se pueden comer sin tocar, porque se desvanecen. Digo si los harán con alas de mariposa o con cendales flotantes de leve espuma, vete tú a saber, pero son poesía gastronómica y pecado de gula sin remordimientos.
Hubo quien prefirió cargar con el aceite untuoso y dorado y no les voy a culpar por ello, faltaría más que en la admirable tierra que pueblan seis millones de olivos no supiéramos apreciar el valor de este oro líquido, pero es que, después de haber pecado con el vino de pitarra, sin ser yo de vinos, no iba a hacer aspavientos y no sucumbir de cabeza con el dulce de la tierra noble conquistada por Fernando III,  aunque, ya lo sé, el rey no tenga nada que ver con los hojaldres, donde han dejado su huella todas las culturas: la ibérica, la romana, la visigótica, la musulmana y que alberga una gran gama de estilos arquitectónicos, aunque sea una ciudad netamente renacentista, que discurre entre sus calles umbrías y silenciosas con su color dorado, llena de sugestivas leyendas.

Theo, Marián, Ana, Inmaculada, con Andrea Pazzini, el guía local.
Imagen Agustín Espinosa



Alberto Lebrato.
Imagen Agustín Espinosa
Así la Iglesia de Santa Cruz, de un románico tardío o protogótico, erigida a raíz de la reconquista de la ciudad en 1227 y que conserva, casi totalmente, su primitiva fábrica, el Palacio de Jabalquinto, la casa solariega de los Cabrera,  junto a la Catedral, que completa el gran conjunto histórico artístico que es la Plaza de santa María, construida sobre la antigua mezquita aljama, que anteriormente había sido un templo pagano, con un magnífico rosetón gótico del siglo XIV, tres naves en su interior con bóvedas vaídas y un gran retablo barroco. El convento de la Magdalena, sus espléndidos palacios, sus casas solariegas y cerca de la llamada Puerta de Baeza  el edificio de la antigua Universidad entre la Plaza del Pópulo y la Plaza de la Santa Cruz.



Los beturios en el Paraninfo de la antigua universidad.
 Imagen A. Pons Coch
La primera función de este bello edificio fue la de Colegio de Primeras Letras bajo advocación de la Santísima Trinidad, representada en el original medallón de la fachada. Con el tiempo se convirtió en una de las más destacadas de Andalucía. Casi todo el profesorado estaba constituido por cristianos nuevos. La Inquisición, sospechosa de la ascendencia de los principales miembros de su claustro, encausó a varios de ellos acusándolos de alumbrados. Así, varios fueron encarcelados bajo acusaciones de herejía que incluían la adoración demoníaca, no se andaban con tonterías, ya puestos… El propio san Juan de Ávila fue uno de los que tuvo que pasar por un año de cárcel. No obstante, las acusaciones no lograron ser probadas y la Universidad continuó su andadura durante casi tres siglos, hasta 1824, que  quedó clausurada, convirtiéndose en Colegio de Humanidades y más tarde, hasta hoy, en Instituto de Bachillerato.

 
Pepe Iglesias, en el paraninfo de la antigua universidad.
 Imagen A. Pons Coch
En este noble edificio renacentista explicó Gramática Francesa, desde 1912 hasta 1919, Antonio Machado, quien inmortalizó en sus versos Los Grises Olivares y Los Alegres campos de Baeza y los historiadores Jaume Vicens i Vicens y Rafael Rodríguez-Moñino. 
El presidente de Beturia, leyendo una carta
 de Julia Rodríguez Moñino,
 hermana de Rafael. Imagen A. Pons Coch
Y en su paraninfo reposamos nuestros pies y Pepe Iglesias, leyó una emotiva carta de Julia Rodríguez Moñino en memoria de su hermano, Rafael Rodríguez-Moñino y Soriano, extremeño de Badajoz y recitó un poema en el aula donde impartió sus clases A. Machado .


Imagen del grupo. Cedida por Agustín Espinosa




 


Imagen Agustín Espinosa
Andaluces de Jaén,/ aceituneros altivos/ decidme en el alma, ¿quién,/ quién levantó los olivos? / No los levantó la nada, / ni el dinero, ni el señor, / sino la tierra callada / el trabajo y el sudor (Miguel Hernández).




Y cruzamos espléndidos océanos verdes de olivares, cuidados, primorosamente alineados
Olivares y olivares /de loma en loma prendidos/cual bordados alamares (A. Machado)  Andalucía, Jaén, las palabras las han puesto ellos, los poetas, el sentimiento, es nuestro. 
Un viaje espléndido con gente estupenda, caminando como romeros por la piel de nuestra tierra, esta  vez cuesta arriba, que las calles son empinadas,  dejamos atrás el monumento a las Batallas conmemorando las que marcaron el devenir de Jaén y de España:
  la batalla de las Navas de Tolosa en el año 1212, y la batalla de Bailén, en 1808 a sabiendas de que hay mucho por ver y poco tiempo para abarcarlo, pero es preferible, poco y bien, nos dirigimos a los Baños Árabes.
 En el mundo islámico, el aseo del cuerpo es una obligación religiosa que todo musulmán debe hacer antes de cada una de las cinco oraciones cotidianas. Dado que todos los ciudadanos no podían permitirse tener un baño o Abzan,  se crean los baños públicos o Hamman. En el centro de interpretación nos recrean lo que debió ser la obra de ingeniería llena de equilibrio utilidad y belleza. Están ubicados en los sótanos del Palacio de Villardompardo y son probablemente los más grandes de España.
 

Sala templada. Imagen Internet
Vestíbulo. Imagen A. Pons Coch




La sala de acceso al complejo se sitúa de modo transversal y presenta una longitud de 14 metros y una anchura de 3,80 metros  con bóveda de medio cañón cuenta con 18 luceras estrelladas. El suelo estuvo revestido de mármol blanco y las paredes enlucidas y pintadas con decoración de arquerías en color rojo sobre fondo blanco. Tiene tres salas, la Sala fría está cubierta por bóveda de medio cañón en la que se sitúan 12 luceras estrelladas. La Sala templada que encierra otro cuadrado central, cubierto por una gran cúpula de casquete semiesférico sobre pechinas que no descansa sobre muros macizos sino sobre arcos de herradura soportados por ocho columnas. En las cuatro esquinas del gran salón quedan otras cuatro cúpulas menores. La Sala caliente es similar a las salas anteriores. Está cubierta con bóveda de medio cañón con 15 luceras y está situada junto a las calderas donde se calentaba el agua, de modo que sus muros están recorridos por chimeneas ocultas por las que circulaba el aire caliente. Bajo su suelo de piedra, sustentado por pequeños pilares de ladrillo, se encuentra una cámara por la que circulaba el aire caliente que calentaba en suelo de la sala. 
De izquierda a derecha,Susi, José Luís, Marián, Pepe Iglesias
Detrás, Vicente, Quico, Toñi, Ana, Pepe Gámez. Imagen A. Pons Coch

Clase de batir palmas
Imagen A. Pons Coch


  




Vista desde el mirador. Imagen A. Pons Coch

Yo creí que los andaluces llevaban incorporado a la genética eso del batir palmas, pero resulta que no, que lo aprenden como los demás mortales. O sea que les he pillado y yo no es que no tenga gracia, es que no he ido a clase. Podéis suponer como me reconfortó el ver como en un pequeño patio del palacio donde están ubicados los Baños se daba ¡una clase de batir palmas!, me sumé, junto con Inmaculada,  al evento desde la balconada de un corredor y por poco, por muy poco, se me pega el aire, pero el tiempo nos perseguía y, aunque hubiera querido quedarme por aquello de aprender una cosa más y que me tira con ganas a ver si se me pega el salero, llegamos hasta lo alto, después de pasar sin pasar, por las salas de museo hasta un mirador que dominaba el campo y la ciudad, que hacía de los azules y verdes jienenses soleás  y bordaba farrucas con los blancos encalados y las tejas ocre de sus casas pegadas en el lienzo del paisaje. 


  Mientras yo batía palmas y levitaba en todo lo alto, un grupo de retozones beturios se metió a mogollón en un ascensor,  para ahorrarse la escalera y aguantó un rato hasta que petó, quedando los revoltosos atrapados y lanzando s.o.s. Falta de previsión al no tener en cuenta que el overbooking en el ascensor acarrea un posterior gasto en ansiolíticos y tratamientos anticlaustrofóbicos. Estáis advertidos diablillos. Una lástima, pero no tengo foto que inmortalizara el momento. 

Interior de la catedral de Jaen. Imagen A. Pons Coch
Descendimos lo andado y en la catedral, bellísima y llena de luz, que está bajo la advocación de Nuestra Señora de la Asunción, nos detuvimos. La Catedral, según se afirma  conserva la reliquia del Santo Rostro y fue declarada Monumento Histórico-Cultural.  Es de marcado estilo renacentista aunque con elementos barrocos en portadas y fachada. La mayor parte de su diseño es obra del genial arquitecto Andrés de Vandelvira y actualmente se trabaja para su declaración como Patrimonio de la Humanidad.

Interior de la catedral, con el órgano al fondo.Imagen A.Pons >och

 
En el suelo de la plaza existen unas líneas de cobre muy curiosas que señalan, se supone, no sé, las distintas posiciones del sol en los diferentes meses del año, con lo que se convierte quizás en un reloj. Si alguien sabe algo al respecto, nos lo podría contar y deshacer el misterio.




Interior de la catedral. Vista de la bóveda vaída o de pañuelo.
 Imagen A. Pons Coch,

Interior de la catedral. Ángel portante  con lámpara.
 Imagen A. Pons Coch



El regreso, recién comidos y sin café, estaba sazonado con la melancolía que acompaña las despedidas. Pero el que quedaran tantas cosas por ver, aun con la densidad del programa que tuvimos, nos da un excelente pretexto para volver, aunque no se necesiten pretextos, basta querer sentir de nuevo el esplendor y la afabilidad de una tierra, una hermosa tierra.  



En el largo y tranquilo trayecto hasta Madrid tuvimos un recuerdo para Luís Carranza, organizador como pocos de nuestros viajes, ausente, debido a que se le ofrecía un merecido homenaje en Fuenlabarada. 

Una bellísima nana en la cada vez más extraordinaria voz de Belén dejó su pálpito en el aire del camino y Quico con unas granainas que sólo pueden salir de un hueco del alma y Rosa recitando en castúo pusieron el pellizco de un hasta luego.

 Amigos y compañeros del camino, fue un placer y os dejo con unas palabras de Alejandro Dumas:  Volvieron radiantes de ese entusiasmo del que hacen gala quienes quieren inspirar a los demás de la pena de no haber visto lo que ellos vieron. A.Pons Coch



El grupo beturio al completo, incluidos los que se quedaron encerrados en el ascensor.
Imagen de Sol García
 

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AGENDA Y NOTI FICACIONES
 

* Lunes, día 1 de diciembre, Jacinto Gil presenta su libro "Antología de los finales de torre" a las 19:30 en la sede del Club de Ajedrez Pueblo Nuevo Calle Álava 14, Madrid.

*Jueves, 4 de diciembre a las 19:30 Mesa Redonda : "Vasco Núñez de Balboa y su tiempo"en el Instituto Cervantes, C/ Alcalá, 49. Madrid. Organizada por el Instituto Cervantes y la Consejería de Educación del Gobierno de Extremadura. Con la participación de:  Rafael Rodríguez-Ponga Salamanca, Secretario General del Instituto Cervantes; José Antonio Agúndez, Director General de Promoción Cultural del Gobierno de Extremadura; Cristóbal Colón de Carvajal, Duque de Veragua y actual descendiente del Descubridor; Alfonso Bullón de Mendoza, Marqués de Selva Alegre y Catedrático de Historia; Feliciano Correa, Doctor en Historia y autor de Balboa. La fantástica historia de un hidalgo español.

*Hemos recibido la revista digital Nuevo Mester de Juglaría, a la que pueden tener acceso en la siguiente página web:  www. comunicacion.gloriosomester.com.




Queridos beturios:

 Dificultades técnicas nos han obligado a abrir un nuevo blog e impedido usar el nombre de Beturia para seguir desarrollándolo. No voy a entrar en disquisiciones de aburrido contenido al respecto, únicamente con el fin de encontrar una cabeza culpable a la que decapitar. No perdáis tiempo. Es la mía. La verdad es que me entristece mucho dejarla suelta, no por lo que vale, sino por el aprecio que le tengo. Así que, aquí me tenéis, a medio guillotinar, esperando pillaros con la guardia baja, solidarios y sensibles con mis horas bajas y mis afectos personales y el placet de vuestra benevolencia.
Somos los de siempre. Los de Beturia, la Beturia literaria, escritores, lectores, andariegos, sibaritas, austeros- los menos-, ajedrecistas, maestros, académicos,  periodistas, músicos, pintores, noctámbulos y madrugadores, etc, todos jóvenes, con esta juventud que no depende del tiempo sino de las ganas, que ya sabemos que la fe mueve montañas. Así que, iniciamos nueva andadura, a toda prisa, luego le pondremos el lustre que se merece,  sólo para deciros que espero que hayáis tardado en olvidar por lo menos,¡ por lo menos!, los 19 días y 500 noches de Sabina y que no se diga que lo nuestro duró lo que duran los peces de hielo en un whisky on the rocks, porque Beturia es la de siempre y vosotros y los libros, los protas de toda la historia. A. Pons Coch