miércoles, 19 de octubre de 2016

Un libro de Beturia inaugura la Feria el Libro de Guareña 2016

    Presentación del poemario "Estridencias", de Ángel Braulio Ducasse, reeditado por Beturia, en el primer día de la Feria del Libro de Guareña (13-octubre-2016).
    La presentación corrió a  cargo del prologuista de la reedición, Ricardo Hernández Megías. También participaron José Luis Álvarez (concejal de cultura de Guareña), Joaquín González Manzanares (presidente de la Unión de Bibliófilos Extremeños UBEx) y Pedro Fernández (presidente de la asociación cultural Luis Chamizo).
Ángel Braulio Ducasse
    Ricardo Hernández es natural de Santa Marta de los Barros (Badajoz). Reside en Madrid, pero muy ligado desde siempre con su tierra extremeña. Es Socio Fundador de la Unión de Bibliófilos Extremeños (UBEx), uno de los proyectos más interesantes y fructíferos para la recuperación del rico patrimonio bibliográfico de Extremadura. Miembro de la Directiva del Círculo Extremeño de Torrejón de Ardoz, Vicepresidente de Beturia Ediciones y Socio de Honor del Hogar Extremeño de Madrid. Desde 2004 a 2013 fue Presidente de la Federación de Asociaciones Extremeñas en la Comunidad de Madrid (FAECAM), que engloba a 25 asociaciones. Su afición por la literatura, desde sus años de estudiante en Sevilla y Madrid, le lleva a conseguir una importantísima biblioteca personal, entre cuyos volúmenes figuran muchos libros sobre Extremadura, que él aprovechará para publicar y dar a conocer temas y personajes de nuestra tierra.
Portada de la reedición de "Estridencias"
que reproduce la portada original
    La asociación cultural Beturia, con la colaboración del Ayuntamiento de Guareña, reedita el poemas ‘Estridencias’ de Ducasse. Se trata de un libro editado en 1936 con prólogo de Francisco Valdés y una selección de 23 composiciones poéticas. El libro fue dedicado “a la memoria de mi tío y padrino don Braulio Nava Villalobos. A mi tío don Fabián Lozano Reyes” (Guareña, mayo de 1935), aunque un año después lo editase Antonio Arqueros.
    Ahora, en el 80 aniversario de la muerte de Ducasse (1936), el impulsor de la reedición y prologuista Ricardo Hernández, intenta recuperar su memoria y su obra. Cree que Ducasse no tuvo tiempo para darse a conocer como poeta (dos poemarios) “y solamente como periodista pudo alcanzar algún reconocimiento”. Añade que “desgraciadamente, el bando triunfador, el franquista, no supo nunca reivindicar a aquellos intelectuales de derecha que murieron por defender su causa. "Ducasse fue un joven intelectual conservador de la escuela de Francisco Valdés, su maestro y guía tanto en el mundo del periodismo como en el de la poesía
     “Me gustaría (dice Ricardo Hernández), para cerrar este asunto, recuperar los artículos periodísticos y si tienen el valor de los ya conocidos, poder publicarlos en Beturia”.
    
    Ángel Braulio Ducasse es otro de los muchos extremeños que tienen una cuneta por tumba. No le sirvió de salvoconducto ni el exótico apellido que había heredado del abuelo, un técnico procedente de la Gironda, desde donde vino a Extremadura para trabajar en el ferrocarril. Lo fusilaron una madrugada de aquel terrible agosto de 1936 . Los disparos salieron de los fusiles de los milicianos fieles a la República.
Aquel joven había venido al mundo (1906) en el mismo pueblo que Luis Chamizo y Eugenio Frutos, con quienes conformó un trío poético,universitarios los tres, de parecida edad, pero distintos gustos.
Aficionado desde pequeño a la poesía, pudo conocer a los grandes del 27 según hiciera Fruto, aunque, a imitación de Chamizo, optase por la estética más conservadora. Sí entabló amistad con otro culto extremeño, el dombenitense Francisco Valdés Nicolau (n. 1892), formado en la Residencia de Estudiantes y, como él, también fusilado por simpatizar con las fuerzas sublevadas. Afincados los dos en Extremadura, optarán por preterir sus posibles carreras literarias para dedicarse a un periodismo militantes (diarios HOY, Extremadura, Correo Extremeño) contra unas izquierdas en ascenso creciente y cada vez más impetuosas.
No obstante, tuvo ocasión de dar a imprenta dos poemarios, Titirimundi sentimental (1930) y Estridencias (1936), amén de una oración rimada dirigida al Cristo de las Aguas en solicitud de lluvia. Merced a las gestiones de Ricardo Hernández Megías, aquel primer libro fue reeditado por Beturia (2010), donde ahora ve luz el segundo, bastante más difícil de localizar hasta ahora. Reaparece con preliminar del tozudo bibliófilo y el prólogo que en la princeps pusiera el propio Valdés. Crítico exigente, no se le ocultaban las limitaciones del libro, pero simpatizaba sin duda con los valores éticos que aquellos poemas trasmiten. “La mayoría de los pueblos extremeños, comienza el prologuista, se ahogan arrebatados en su recia aguamarina antipoética, efecto de su afilado apego al presente y de su despiadada repulsa lo pretérito”. Las burguesías locales, a los que tanto flageló Valdés, sólo atienden a “sus molinos de aceite, a sus viñedos, a sus rebaños de merinas, a sus piaras de puercos”, e inflados de ocio, prefieren darse, más que a la lectura y el estudio, “al tute casinero, al tresillo de rebotica y al zascandileo de una política caciquil”. Una burguesía ciega, que no percibe “las voces que arrastraban –como el viento al polen vegetal- los nuevos caminos abiertos al tránsito”, denuncia Valdés.
En la pluma de su paisano cree percibir aires renovadores, aunque en fórmulas clásicas y sin desatender el patrimonio tradicional. Efectivamente, los poemas de Ducasse, casi todos ajenos a la situación político-económica del país (exceptuemos “Propaganda electoral”), constituyen vívidas estampas campesinas, en las que late el sentir del pueblo sencillo. Vienen a ser, según los casos, como canciones de ronda, matrimonio, juego y trabajo (la mejor, la de siega), romances antiguos, plegarias religiosas, elogios de la aldea (guiño a Reyes Huertas) o letrillas infantiles. Si su lira no tiene, según señalase Valdés en reseña para el periódico HOY, ni “la dureza y fortaleza de reciedumbre de Chamizo, ni la hondura filosófica de Frutos”, mostrándose más en línea con Gabriel y Galán, no deja de resultar interesante este “repaso al alma regional”.
Gratitud merecen Ricardo Hernández y Beturia por facilitárnoslo.


    

jueves, 8 de septiembre de 2016

Poesía en las celebraciones del V Centenario del fallecimiento de Fernando el Católico

El quinto centenario de la muerte de Fernando el Católico, ocurrida en la localidad extremeña de Madrigalejo el 23 de enero de 1516, se ha conmemorado con diversas eventos a lo largo de este año 2016. Entre ellos, hubo un acto poético con la asistencia tres poetas nacidas en la localidad. Lo más notable desde el punto de vista histórico es que el día anterior, 22 de enero de 1916, el rey firmó su testamento. En él disponía que tanto los reinos que habían pertenecido a su esposa Isabel la Católica, como los suyos y los conquistados pasaran a un único heredero, por lo que puede considerarse el acta de nacimiento de España como nación.
            El pasado 14 de agosto la Asociación Cultural “Madrigalejo 2016” organizó un encuentro poético en La Casa de Cultura de tres poetas de este municipio: Silvia Gallego Serrano, M. Ángeles García Carranza y la socia de Beturia Amelia Peco Roncero. Además, Amelia Llevó algunos títulos de libros publicados por Beturia que fueron expuestos durante el acto.
            No es muy usual que tres mujeres coincidan, no solo en ser del mismo pueblo, sino que lo hagan en un mismo espacio temporal y al mismo tiempo en su forma de sentir el arte poético: la tierra, el erotismo y la defensa de lo femenino.
            Fue un acto emotivo en el cual compartimos con nuestros paisanos el amor por la poesía. Tal vez, algunos fueran por el hecho ver a tres poetas de su mismo pueblo y puede que, hasta se sintieran orgullosos. 
            Yo tengo que decir, que me sentí orgullosa y satisfecha de mi gente y de mi tierra por el cariño y el respeto con el que me han tratado cada vez que he tenido oportunidad de realizar alguna actividad cultural.
            También me di cuenta de que cuando la cultura en cualquiera de sus géneros comienza a movilizar la mente de un ser humano es como si un campo bien abonado comenzara a brotar y fuera imparable la cosecha que acabaremos recogiendo.
            Está claro que los pueblos avanzan y crecen según su nivel cultural: La sabiduría de aquel que labra la tierra y el saber que guardan las bibliotecas deberíamos conjugarlos al mismo tiempo, porque no podemos olvidar que el medio rural y el saber popular son fuertes como tronco de encina.
            Cuentan que en la antigua Alejandría en la época de Tolomeo I, sucesor de Alejandro Magno, cuando algún extranjero llegaba a la ciudad se le registraba, no para ver si llevaba algo malo, sino para ver si llevaba algún libro; si era así, se llevaban el libro y comprobaban si estaba o no en la biblioteca, si estaba, el libro era devuelto a su dueño si por el contrario no lo tenían se quedaba allí pasando a formar parte de lo que fue el primer Centro de investigación y del saber del mundo:  La biblioteca de Alejandría y, al dueño del libro, se le compensaba por ello.
            Termino con una frase de Aristoteles, maestro de Alejandro Magno:
            “El destino de los imperios depende de la educación de su juventud”.
            Gracias de nuevo a todos y elevemos al ser humano mediante la cultura.


Amelia Peco.

viernes, 1 de julio de 2016

Homenajes a José Miguel Santiago Castelo (el último en el Hogar Extremeño de Madrid)

                Después de fallecimiento de uno de los socios fundadores de Beturia, Santiago Castelo en mayo de 2015, han sido varios los merecidos homenajes que se le han tributado, y en todos ellos ha habido mayor o menor presencia de Beturia.
                El primero se celebró en septiembre de ese año en su pueblo natal, Granja de Torrehermosa, donde uno de los asistentes fue nuestro socio Plácido Ramírez Carrillo.
Portada del libro
Santiago Castelo, el poeta de la memoria dulce
                Multitudinario fue el que se le rindió en la Casa de la Cultura de Torrejón de Ardoz el 23 de abril (día del libro) de 2016, organizado por el Círculo Extremeño de esa localidad cuyo presidente es el también socio de Beturia Francisco Cerro Ramos. En esa ocasión se presentó el libro "Santiago Castelo, el poeta de la memoria dulce", en parte biografía y en parte antología de sus mejores poemas, elaborado por otro de nuestros socios, Ricardo Hernández Megías. Al acto acudió el alcalde de la ciudad, D. Ignacio Vázquez, acompañado de varios miembros de su corporación municipal Además de Ricardo Hernández, intervinieron Francisco Cerro y otros socios de Beturia entre los que podemos señalar a Alejandro García Galán, José Iglesias Benítez, Félix Malfeito, Theófilo Acedo, Vicente Sánchez-Cano, Pablo Jiménez y Alberto Lebrato, quienes dijeron algunas palabras, recitaron versos o interpretaron canciones en homenaje a Castelo.
Homenaje en Torrejón de Ardoz.
De izquierda a derecha D. Ángel Idígora (párroco), D. Ignacio Vázquez (alcalde),
D. Francisco Cerro y D. Ricardo Hernández
                Ahora se le ha tributado un homenaje en el Hogar Extremeño de Madrid que, al ser la sede de Beturia, nuestra asociación también ha participado en la organización. El Presidente de Beturia, Jacinto Gil Sierra, destacó la condición de socio fundador de Santiago Castelo. Durante su intervención señaló que la obra poética del homenajeado está repartida en una veintena de libros publicados, además de colaboraciones más breves en prólogos, revistas, etc. Esos libros pertenecen a diversas editoriales, quizás como prueba de que la poesía de Santiago Castelo era muy solicitada por el mundo editorial y el autor quería quedar bien con todos. En Beturia Ediciones publicó el libro que lleva por título Antología Extremeña, que recoge los poemas que más de cerca se refieren a nuestra tierra, potenciando así la esencia de nuestra Asociación cuyo principal objetivo es fomentar la cultura extremeña. También recordó que Santiago Castelo nos abrió en una ocasión las puertas de la Real Academia de Extremadura de las Artes y las Letras que él presidía para presentar en su salón de actos un libro editado por Beturia.
                Otros socios de Beturia recitaron algunos de los poemas de Castelo. Theófilo Acedo Díaz puso música a un breve poema incluido en el libro Quilombo y lo cantó acompañado de la música que él mismo interpretó a la guitarra. La letra dice así:
Caminos y senderos,
                                                                cielos esclarecidos
                                                                y esa nube ¿por qué rezuma
                                                                tanta pena y tanta soledumbre?
Theófilo Acedo con guitarra durante su interpretación

D. Jacinto Gil y D. José Iglesias en el atril durante sus intervenciones
               José Iglesias Benítez recordó la amistad que le unió con Castelo y los encuentros poéticos que hubo entre ambos. Además de recitar un poema del último libro de Castelo, el titulado La sentencia que fue ya publicado de modo póstumo tras recibir el premio Gil de Biedma 2015, recitó dos sonetos propios dedicados a José Miguel:
              
                     DÍPTICO DE TIERRA Y LUZ
A Santiago Castelo, in memoriam
I
    Este sonetotierra que te escribo
    me araña como tierra, entraña adentro.
    Huele a tierra mojada y en su centro
    abriga un corazón al rojo vivo.

    Un corazón de luz desmesurada
    que la tierra arropó en su desvarío.
    Un corazón que ahoga el suelo frío
    y lo apaga y lo empuja hacia la nada.

    Hoy te llora mi voz, huérfana y sola,
    y añora aquel clamor de caracola
    que supo darnos en tu voz consuelo.

    …Y el soneto se queda desvalido
    porque no estás aquí, porque te has ido,
    poeta de la luz, dulce Castelo.


II
    Poeta de la luz, dulce Castelo,
    ruiseñor de la encina y del olivo,
    alondra en el trigal, de canto altivo,
    cigüeña o golondrina en raudo vuelo.

    El blancor de la cal, azul del cielo,
    amarillo en la mies con sol festivo,
    violeta en el amor, breve y furtivo,
    o rojo en la pasión de tu desvelo,

    cantabas a la luz y a la alegría
    con una pizca de melancolía
    y el ensueño tejido en verso y prosa.

    Ruiseñor del olivo y de la encina.
    Alondra bajo el surco. Y golondrina.
   Ya eres cigüeña de tu Torre Hermosa.

                Terminó su intervención leyendo una adhesión que le había enviado el también socio de Beturia Félix Malfeito.
                La última aportación de Beturia en ese homenaje la puso el músico y también socio Alberto Lebrato, quien interpretó al piano un pasodoble dedicado a Granja de Torrehermosa de cuya letra era autor Castelo.
                El homenaje se completó con intervenciones de representantes de otros organismos con los que Santiago Castelo tuvo vinculación (el Hogar Extremeño de Madrid, la Federación de Asociaciones Extremeñas de la Comunidad de Madrid, la Hermandad de la Virgen de la Victoria de Trujillo, el diario ABC y la Asociación Española de Escritores y Artistas).
                Estas palabras de nuestro socio Ricardo Hernández, extraídas de la introducción a Santiago Castelo, el poeta de la mirada dulce, explican muy bien el porqué de tantos actos de reconocimiento hacia José Miguel Santiago Castelo:
                "Era un hombre vitalista, trabajador infatigable, capaz de abarcar múltiples y variadas actividades, incansable conversador, amigo de tertulias (sobre todo literarias), enamorado de su profesión de periodista así como de la poesía que, junto con Extremadura, eran sus otros grandes amores en la vida."

jueves, 2 de junio de 2016

Viaje a Extremadura 2016

El Tajo Internacional y su entorno (28-29 de mayo 2016)
                El Tajo Internacional ha sido el destino elegido este año para hacer nuestro tradicional viaje de primavera a Extremadura. Allí donde el perfil de la provincia de Cáceres alarga su extremo oeste para seguir aferrada al  río Tajo hasta donde el embalse de Cedillo, el último de los que retienen sus aguas, ha creado un alargado lago con numerosas ramificaciones entre laderas escarpadas cubiertas de vegetación.
Embarcando en el embarcadero de Cedillo
                Llegamos al embarcadero de Cedillo y embarcamos al barco turístico que navega por las aguas del embalse. Lo primero que nos sorprendió fue el aspecto del capitán del barco, más propio del prototipo de un navegante de alta mar que de río. Nos explicó las normas de la singladura, tanto en lo relativo a nuestra seguridad como a no contaminar ni molestar a la fauna silvestre. La navegación comenzó por el cauce del Tajo, pero pronto giró a la izquierda para adentrarse en uno de sus afluentes, el Ponsul; solo cambió la anchura de las aguas, pero las sucesivas curvas del río siguieron limitadas por fuertes pendientes de bosque mediterráneo. Los pasajeros, inicialmente instalados en la amplia cabina acristalada y con techo, pudimos movernos por turnos en la terraza superior y en los breves espacios de proa y popa. Algunos de nosotros tuvimos la suerte de contemplar, por un breve instante, el vuelo de una huidiza cigüeña negra a poca altura sobre la orilla de babor. Tras pasar aproximadamente una hora respirando aire puro con aromas de primavera llegamos al embarcadero de Lentiscais, en territorio portugués. Allí nos esperaba un autobús para trasladarnos hasta la cercana ciudad de Castelo Branco.

Beturios en la terraza superior y barco atracado en el embarcadero de Lentiscais, junto al puente
Murales con imágenes marineras
en el restaurante A messe do marinheiro
                Dada la hora de llegada a Castelo Branco, lo primero que hicimos fue ir al restaurante A messe do marinheiro, donde comimos sopa de verduras, bacalao dorado y carne a la alentejana, rematado con una variedad de dulces portugueses entre los que pudimos elegir el postre. El resto de la tarde lo dedicamos a visitar la ciudad con un guía local.




                Nos llamó la atención un crucero bellamente esculpido, instalado en un lugar diferente del emplazamiento donde estuvo originalmente, que parece indicar que por allí pasaba una de las ramificaciones del camino portugués a Santiago. Es de principios del siglo XVI y en la columna, de una pieza de granito,
están talladas varias hélices superpuestas para imitar las sogas de los marineros tan en boga en aquella época de los descubrimientos. Está rodeado de un pequeño foso octogonal que permite sentarse en sus bordes alrededor del crucero.

Zona central del jardín del palacio episcopal
                Donde más tiempo nos detuvimos fue en el jardín del palacio episcopal, que desde 1919 es de propiedad municipal. Fue construido en el siglo XVIII, por lo que es lógico que sea de estilo barroco. La entrada actual tiene una murales de azulejos con vistas antiguas de la ciudad. Entre las fuentes y los setos geométricos, el elemento que más destaca son las numerosas estatuas de reyes de Portugal, apóstoles y otras alegóricas de los signos del zodíaco, las estaciones del año, las virtudes cristianas, etc. Contiguo al jardín principal está el jardín alagado (inundado) formado por un conjunto de arriates de formas geométricas limitados por bordillos de piedra que emergen de un estanque.
                Lo último que visitamos fue el museo que agrupa piezas arqueológicas y bordados, el cual está instalado en el antiguo palacio episcopal contiguo al jardín.
                Tras un paseo por la zona más antigua y empinada de la ciudad, regresamos al embarcadero de Lentiscais y, ahí, tomamos el barco para regresar al embarcadero de Cedillo, repitiendo las impresiones del viaje por el Parque Natural del Tajo Internacional. Terminamos la jornada en un hotel situado en Valencia de Alcántara, donde nos alojamos.
                El domingo 29 comenzó con un paseo por Valencia de Alcántara. A pesar de la brevedad, pues nuestro viaje tenía un objetivo más importante esa mañana, pudimos ver la  fachada de la iglesia de Rocamador y pasear por el barrio gótico-judío. Nos detuvimos ante las numerosas puertas ojivales enmarcadas por piezas de cantería, los voladizos de piedra que, de dos en dos, sobresalen de la base de las ventanas de la planta alta y cuya misión original pudo ser sostener lámparas de aceite que colgaban de ellos, y los escudos nobiliarios de los linajes que poblaron esas casas. No pudimos desplazarnos hasta los numerosos dólmenes que jalonan su término, pero sí pasamos junto a los restos del acueducto romano situados en la calle de Los Arcos a la que ha dado nombre la arquería del acueducto.
Típicos voladizos de piedra junto a las ventanas del barrio gótico
Una de las fachadas típicas del barrio gótico-judío
de Valencia de Alcántara
                Y fuimos a la cercana población de San Vicente de Alcántara aprovechando que este domingo 29 de mayo de 2016 se conmemoraba la festividad del Corpus Christi, la cual se celebra de forma especial en esa población. San Vicente de Alcántara es conocida por ser la sede de varias decenas de fábricas de productos elaborados a partir del corcho.
                La visita comenzó por el museo del corcho, donde a través de paneles y de las explicaciones de la guía del museo se nos informó de diversos aspectos relativos a la producción y calidad del corcho y la elaboración de diversos utensilios de ese material, entre los que destaca el tapón de las botellas de vino. Llamó la atención el dato de que la primera vez que se descorteza un alcornoque joven es cuando este tiene ya más de 50 años de edad; ese primer descortezado produce un corcho de mala calidad; el segundo descortezado 8 o 9 años más tarde también tiene poca calidad y hay que esperar hasta el tercer descortezado, cuando el árbol ya ha alcanzado unos 80 años de edad, para tener corcho con el que poder fabricar los tapones de los mejores vinos.


                Pero el motivo principal de la visita era contemplar las calles adornadas con mosaicos de colores por donde pasa la procesión del Corpus Christi. Esta fiesta da lugar a un arte efímero en el que colaboran muchos vecinos. El trabajo empezó varios meses antes, cuando se deciden los diseños de los motivos que se reproducirán en las alfombras de colores. El serrín de corcho utilizado en los mosaicos no admite los tintes, por lo que con ese material se elaboran la parte de los dibujos que son de color marrón con los diversos tonos que el corcho presenta de forma natural. Para completar los demás colores se utiliza serrín y virutas de madera, las cuales sí se tiñen. La elaboración de los mosaicos comienza en la madrugada del sábado al domingo, de modo que varias horas antes de la salida de la procesión las largas cuatro calles que constituyen el recorrido hayan sido engalanadas para disfrute de los sanvicenteños y visitantes. El recorrido de la procesión, con salida y regreso en la iglesia parroquial de San Vicente Mártir, queda convertido por unas horas en un museo de dibujos de colores, geométricos unos y con figuras alegóricas a la festividad del Corpus otros. De trecho en trecho se coloca una mesa con un altar, lo cual sirve de punto de interrupción de una sucesión de mosaicos de determinado estilo y comienzo de otro estilo.








            La procesión se va deteniendo junto a cada uno de esos altares, donde además de rezar alguna oración dirigida por el sacerdote, los vecinos de los balcones próximos y los niños vestidos de primera comunión arrojan pétalos de flores que añaden un colorido adicional a los mosaicos un momento antes de ser pisados por los portadores de la custodia.

                En la comida que tuvimos a continuación en las instalaciones de la piscina de San Vicente nos acompañó la cantaora Mari Carmen Torrado, quien se desplazó desde Badajoz para estar con nosotros. En la sobremesa nos obsequió con algunas de sus interpretaciones, acompañada a la guitarra, cuando era fácil hacerlo sin ensayos previos, por Theo Acedo. El mismo Theo y otros de los compañeros beturios que hicimos este viaje se animaron a cantar y a recitar hasta que la prudencia nos aconsejó emprender el viaje de regreso a Madrid.

lunes, 30 de mayo de 2016

Beturia en la Feria del Libro de Badajoz 2016

Libros de Beturia (izquierda) en la caseta de librería Martínez
                En la recientemente celebrada Feria del Libro de Badajoz (13-22 de mayo), Beturia ha tenido una presencia destacada. La caseta de Librería Martínez exhibía y ofrecía a la venta ejemplares de todos nuestros libros de los que quedan existencias. En primera fila del mostrador, pudieron ser ojeados por los visitantes. Dado que casi todos nuestros autores son extremeños, seguro que sus nombre resultarían familiares a muchas de las personas que recorrían el paseo de San Francisco. Momentos de especial ajetreo en esa caseta fueron los posteriores a las presentaciones de dos de nuestros títulos de reciente aparición. La Feria no permite que quienes asisten a la presentación de un libro lo adquieran en la carpa de presentaciones, sino que acabada la presentación lo deben adquirir en una caseta donde esté dispuesto para la venta y, si lo desean, solicitar al autor que se lo firme.


Manuel Pecillín (izquierda) y José Julián Barriga (derecha)
durante la presentación
              Nuestro socio Manuel Pecellín ha tenido que hacer horas extras   en la Feria. En la mañana del sábado 14 de mayo recibió un homenaje de la UBEX y, a continuación, presentó el libro "Cielo y tierra nativos" editado por Beturia. En la edición de este libro han concurrido tres de nuestros socios, pues además de la autoría de Manuel Pecellín, el prólogo es de José Julián Barriga (quien participó en la presentación) y la portada reproduce un magnífico grabado del pintor Eduardo Naranjo.

        Es un libro mitad académico, mitad erudito, compuesto por retazos, cada uno de los cuales refleja un fragmento de la historia intelectual reciente de Extremadura, sus tierras, sus gentes y sobre todo en lo referente a sus libros, con un conocimiento de primera mano por haber sido el profesor Pecellín protagonista o, al menos, testigo. 



          Casi al finalizar la Feria se presentó nuestro último libro editado, el poemario "Cuaderno de luz dormida", de Plácido Ramírez Carrillo. Quizás se haya establecido un récord de presentación precoz, pues se terminó de imprimir solo dos días antes del sábado 21 de mayo, fecha elegida intencionadamente hacia el final de la Feria para dar tiempo al impresor.
            En la presentación intervinieron Luis Sáez Delgado (profesor de literatura y crítico) y Álvaro Meléndez. La carpa de conferencias estuvo abarrotada con más de cien personas, gente del mundo de la cultura y autoridades, como muestra de la gran capacidad de convocatoria que tiene Plácido después de muchos años dedicado a actividades literarias, tanto de modo individual como a través de asociaciones. La mayoría de las poesías que contiene componían el libro declarado finalista en el premio de poesía "Ciudad de Badajoz" de 2008. Están llenas de versos finos, elegantes, como preludian los iniciales del primer poema
Después de la lluvia te busqué,
entre calles sin nombre,
en pueblos perdidos,
por ciudades de esperanza.

          Entre medias otros dos socios de Beturia presentaron sendas publicaciones recientes, aunque publicadas por otras editoriales.

        Laura Olalla presentó su poemario "Diseño de interiores". Es una inmersión en las emociones del interior de su psiquis, acompañadas y expresadas mediante imágenes de raíz onírica y factura plástica. El libro está dividido en tres partes bien delimitadas. La primera muestra la infancia, con alusiones a la añoranza que se siente por la pérdida del padre. La segunda parte supone la búsqueda del amor desde su recuerdo, con pinceladas e intenso erotismo. En la tercera parte los poemas se hacen breves, intensos. En la presentación también intervino Manuel Pecellín, quien previamente había escrito una reseña de esta obra en el suplemento literario Libre con libros del diario Hoy y entre los versos que allí destacó están estos:

Me vestiré de gala para anidar en tu cuerpo.
Y en el nuevo misterio del crepúsculo
-llevo orquídeas trenzadas de horizontes-
abrazaré tu fuego con mi pezón altivo.

De izquierda a derecha Francisco J. Chamorro Camisón,
quien en el mismo acto presentó un libro publicado
también por la Editora Regional, Rosa Lencero (exdirectora
de la Editora Regional), José Iglesias Benítez
y Eduardo Moga, actual Director de la Editora
        Y también estuvo José Iglesias Benítez con su "La luz en el espejo", editado por la Editora Regional de Extremadura. Hermoso y preciso poemario de verbo nítido y atractiva arquitectura.
        ¿Por qué este corazón desorientado/ha roto la crisálida? se pregunta el poeta en el primer verso y medio del soneto -espléndido- que abre el libro. Este primer poema es una declaración de intenciones: la odisea del fabulador de la palabra en busca de la luz interior o su reflejo en la contrafigura que devuelven los espejos. El apartado titulado Spectrum quizás sea el más gratificante. Recurre el poeta a todos los secretos (sobre los que demuestra ejercer un solvente dominio) del largo menester de escribir y soñar y vehicula su discurso valiéndose de los colores.
¿Y a dónde vas ahora,
a dónde, ciego
en un mundo de ciegos,
a dónde,
sin lázaro ni guía?

miércoles, 20 de abril de 2016

Viaje a Extremadura 2015

Zalamea de la Serena, Magacela, Medellín
            Como todas las primaveras desde hace algunos años, hemos ido a pasar un fin de semana a Extremadura. Esta vez el viaje ha tenido una fuerte componente arqueológica. A quienes nos desplazamos desde Madrid se nos unieron algunos beturios residentes en Campanario y otras localidades de la comarca La Serena. Los lugares visitados están en los municipios de Zalamea de la Serena, Magacela y Medellín.
            A poco de abandonar la autovía A5 cerca de Miajadas, comenzamos a ver campos de arroz, la mayoría inundados. Un buen trecho después, cerca ya de nuestro primer destino, pasamos junto a algunas de las canteras de granito que han hecho a Quintana de la Serena famosa por la explotación de este recurso.
Escuchando las explicaciones de Cancho Roano
ante la maqueta en el centro de interpretación
Del centro de interpretación al yacimiento de Cancho Roano
            Llegamos al yacimiento de Cancho Roano. En el centro de interpretación el guía nos explicó los pormenores del descubrimiento, posteriores excavaciones y significado que debió tener para el pueblo tarteso este importante centro de actividad desde su construcción en el siglo VI a. C. En el yacimiento se encontraron tres altares sucesivos superpuestos, donde se harían sacrificios de animales y parece ser que funcionó como mercado y santuario. En el centro de interpretación se ha reconstruido el segundo de los altares y en el yacimiento queda al descubierto el primero, con formas que delatan relaciones con la antigua Creta. Lo más curioso es que todo el edificio fue abandonado, pero sus responsables se preocuparon de conservarlo. Antes de abandonarlo fue recubierto de tierra y leña a la que se le prendió fuego, ardiendo como los tradicionales hornos de carbón para dejar sus cenizas sobre toda la construcción.
            
Muros en el yacimiento tarteso de Cancho Roano










Altar primitivo en el centro del yacimiento arqueológico
Pasando un arroyo de agua abundante se entra en el yacimiento. La construcción tartesa consta de un muro cuadrado formado por grandes bloques de piedra en la base y ladrillos de adobe a continuación; todo el muro está circundado por un foso que estaría lleno de agua. En el interior hay varias habitaciones que rodean el altar del centro; solo se conserva el empedrado de una de ellas. La construcción estuvo enlucida en su cara exterior de caolín rojo, lo que debía darle mucha visibilidad. Se conservan dos pozos que permitían surtirse de agua sin tener que salir del edificio.
            A continuación fuimos hasta la próxima localidad de Zalamea de La Serena; después de recuperar fuerzas con una sabrosa comida recorrimos la parte antigua del pueblo acompañados por la amable María José, responsable de la oficina municipal de turismo.
Distylo de época romana situado junto a la iglesia de Zalamea
            Comenzamos deteniéndonos junto al Distylo, esas dos columnas romanas muy próximas entre sí que fueron construidas en tiempos del emperador Trajano a semejanza de otros existentes en Siria. El campanario de la iglesia estuvo adosado a él, pero en 1961 se construyó un nuevo campanario y el distylo ha quedado separado unos metros del resto del templo.
            Subimos hasta el castillo-palacio de Arribalavilla, situado en el centro del casco antiguo y rodeado de viviendas que casi lo camuflan. Empezó siendo castillo musulmán, después cristiano y finalmente palacio del Maestre don Juan de Zúñiga. En su época de esplendor se alojaron en el palacio varios intelectuales, entre ellos Antonio de Nebrija cuando estaba preparando la primera gramática castellana.  El elemento mejor conservado es el aljibe, situado en el centro de la fortaleza; descendimos hasta su fondo ya que está vacío de agua, agradeciendo la bajada de temperatura que se experimentaba al encontrarnos varios metros bajo el nivel del terreno.
En el interior del castillo de Arribalavilla
escuchando las explicaciones de la guía local
Viga de la que fue ahorcado
el capitán Álvaro de Ataide
             











La casa del alcalde perpetuo de Zalamea, Pedro Crespo, está convertida en museo para disfrute de los visitantes que quieran sentirse en un hogar rural del siglo XVI, con su planta superior o doblado donde se almacenaba el grano. Entre diversos enseres agrícolas y mobiliario antiguo situado en las diversas estancias, destaca la viga original de la que fue ahorcado el capitán Álvaro de Ataide, protagonista del suceso que dio lugar a la obra teatral El alcalde de Zalamea.
Grupo de beturios ante la fachada de la iglesia
del Santísimo Cristo de la Quinta Angustia
Fragmento de azulejos en la iglesia del
Santísimo Cristo de la Quinta Angustia
            
  La visita terminó en la iglesia del Santísimo Cristo de la Quinta Angustia, del siglo XVII, en la que destaca la gran cúpula situada sobre el crucero, cuyas dimensiones son desproporcionalmente grandes respecto a la nave debido a que esta no se prolongó hacia atrás todo lo que estaba previsto, quedándose el templo con unas dimensiones más cortas por falta de dinero. Rodeando al presbiterio encontramos paneles de azulejos de gran colorido que muestran escenas de la Biblia.
            Salimos de Zalamea para terminar de aprovechar la tarde visitando Magacela, el pueblo encaramado en un cerro que es una atalaya para la comarca de La Serena.
Dos de los socios fundadores de Beturia, Juan José Arias y José Iglesias, junto a la alcaldesa de Magacela,
delante del dolmen donde se celebró hace años la reunión fundacional
            Nos detuvimos junto al dolmen de Magacela, donde nos esperaba la alcaldesa Inés Escobar, una persona encantadora que nos acompañó el resto de la tarde. Junto al dolmen de Magacela celebraron los socios fundadores de Beturia una reunión en el año 1983 en la que decidieron la creación de la Asociación Cultural que ahora tenemos. José Iglesias leyó ante la alcaldesa y los participantes en este viaje el acta de esa reunión fundacional.
Vista de la fortaleza de Magacela a través del arco de vigas
de la Casa de la Cultura
            Después subimos hasta las calles principales de la población, a media ladera del cerro en cuya cima está la fortaleza. La alcaldesa nos contó algunas leyendas de la época en que musulmanes y cristianos se disputaban la posesión del enclave. Nos recomendó visitar Magacela la noche del Viernes Santo, cuando se celebra una procesión que sube desde el casco urbano al castillo, para llegar allí justo cuando oscurece, y bajar después iluminada con antorchas. Muy curiosa es la actual Casa de la Cultura municipal, de una planta pero con un marco de vigas sobre ella, como si se fuera a construir una segunda planta, que solo sirve para divisar a través del marco la fortaleza como si estuviera encuadrada. Las calles se retuercen para adaptarse a la topografía del terreno; quedan fachadas de casas tradicionales y algunas puertas con jambas y dintel de piedra.
            El día siguiente lo dedicamos a visitar Medellín. A nuestra llegada nos estaba esperando Tomás García, Presidente de la Asociación Histórica Metellinense. La historia y monumentos de Medellín es demasiado amplia para poder abarcarla en una visita de un día, pero gracias a Tomás quedamos muy bien informados de todos los devenires históricos de una población nacida en un cerro junto al Guadiana, dominando dos vados, por lo que siempre tuvo gran importancia estratégica.
            Aquí volvimos a encontrarnos con los tartesos. La erudición de Tomás nos permitió saber que se han encontrado restos de una población tartesa en la cima ocupada por el castillo, instalaciones en otros lugares del actual Medellín y una necrópolis junto al Guadiana de la que apenas se ha excavado la tercera parte. En la necrópolis apareció un Kilyx o copa ceremonial fabricado en Creta, de gran belleza, con el nombre del fabricante en él escrito entre los dibujos que lo decoran y que se conserva en el museo arqueológico en Madrid.
            Medellín fue fundada por los romanos antes que Mérida, tomando el nombre de su fundador Quinto Cecilio Metelo (de ahí su nombre Metellinum) y fue la población más importante de la región hasta que la construcción de la Vía de la Plata trasladó el paso de personas y mercancías a Emérita Augusta.
Graderío del teatro romano de Medellín y, sobre él, elcastillo
            Comenzamos visitando el teatro romano y su centro de interpretación. El teatro comenzó a ser excavado hace ya bastantes años; los trabajos de recuperación concluyeron hace poco tiempo y el año pasado (2014) hubo representaciones teatrales por primera vez. Siguiendo el criterio actual, los elementos que faltan no han sido sustituidos por otros como se hizo en el teatro romano de Mérida, sino que se han dejado solo elementos originales; por ejemplo, en el escenario están trozos de algunas de las muchas columnas que tuvo en su época de esplendor. Casi el 100% de las gradas y la escena tiene las piedras originales de la época romana; solo han sido sustituidos algunas piezas que se deteriorarían al aire libre; las originales están en el centro de interpretación y en el teatro se han colocado réplicas. Como el teatro fue construido en la ladera de la colina ocupada por el castillo, aprovechando el relieve del terreno para ir elevando los graderíos, desde la escena se puede contemplar un teatro romano situado debajo de un castillo medieval.
Interior del aljibe del castillo de Medellín
            Subir hasta el castillo vale la pena por los paisajes que se contemplan desde allí, incluido el puente de época barroca situado casi en el mismo lugar donde hubo uno romano y, después, otro renacentista que las grandes riadas del Guadiana destruyeron.
            El castillo actual es fruto de la reconstrucción que se hizo en 1373. Rodeado por una muralla que le confiere un perímetro ovalado, en su interior tiene un muro  perpendicular a la dirección del río que lo divide en dos partes. En sus torres alberga algunas piezas de museo relacionadas con la historia de Medellín y del propio castillo. El aljibe conserva en su fondo una columna en la que se apoyan dos arcos de estilo musulmán que sostiene la bóveda.
Vista del teatro romano, su centro de interpretación (antigua iglesia)
y casco urbano de Medellín desde las almenas del castillo
           
La visita terminó bajando hasta la plaza principal. Según relató Tomás García, esta plaza era mucho más pequeña que en la actualidad. En el siglo XIX fue ampliada tras la demolición de varias viviendas que habían sido muy dañadas durante la ocupación de los franceses tras la batalla de Medellín en 1909. Lo malo es que entre las antiguas viviendas que se terminaron de demoler estaba la casa natal de Hernán Cortés.
Típica imagen de la estatua de Hernán Cortes
en la plaza de Medellín y, al fondo, elcastillo

        Además de la estatua del conquistador, una piedra perteneciente a las casas derribadas que conserva un escudo heráldico por una cara indica por la otra que en ese lugar estuvo la habitación donde nació Hernán Cortés. En el pavimento de la plaza están indicados lugares donde estuvo una instalación tartesa y otra romana, y una larga franja de cristal deja a la vista los cimientos del muro de la fachada de la casa de Hernán Cortés.

            Por la tarde nos desplazamos a la otra orilla del Guadiana para subir hasta el restaurante Quinto Cecilio, situado sobre una colina que domina todo Medellín. Los rapsodas y cantantes de Beturia nos deleitaron al resto de los asistentes con poesías y canciones, y Juan Sánchez Huertas compuso un acróstico en recuerdo de la visita de Beturia a Medellín que dice lo siguiente:

Música y cante expontáneo en el restaurante Quinto Cecilio
 Bienvenidos este día
              Entre historia y monumentos
       Tierra de conquistadores
      Universales extremeños
          Río Guadiana, su riqueza,
       Iglesias, teatro, castillo.
            A Medellín ... agradecidos.