miércoles, 20 de abril de 2016

Viaje a Extremadura 2015

Zalamea de la Serena, Magacela, Medellín
            Como todas las primaveras desde hace algunos años, hemos ido a pasar un fin de semana a Extremadura. Esta vez el viaje ha tenido una fuerte componente arqueológica. A quienes nos desplazamos desde Madrid se nos unieron algunos beturios residentes en Campanario y otras localidades de la comarca La Serena. Los lugares visitados están en los municipios de Zalamea de la Serena, Magacela y Medellín.
            A poco de abandonar la autovía A5 cerca de Miajadas, comenzamos a ver campos de arroz, la mayoría inundados. Un buen trecho después, cerca ya de nuestro primer destino, pasamos junto a algunas de las canteras de granito que han hecho a Quintana de la Serena famosa por la explotación de este recurso.
Escuchando las explicaciones de Cancho Roano
ante la maqueta en el centro de interpretación
Del centro de interpretación al yacimiento de Cancho Roano
            Llegamos al yacimiento de Cancho Roano. En el centro de interpretación el guía nos explicó los pormenores del descubrimiento, posteriores excavaciones y significado que debió tener para el pueblo tarteso este importante centro de actividad desde su construcción en el siglo VI a. C. En el yacimiento se encontraron tres altares sucesivos superpuestos, donde se harían sacrificios de animales y parece ser que funcionó como mercado y santuario. En el centro de interpretación se ha reconstruido el segundo de los altares y en el yacimiento queda al descubierto el primero, con formas que delatan relaciones con la antigua Creta. Lo más curioso es que todo el edificio fue abandonado, pero sus responsables se preocuparon de conservarlo. Antes de abandonarlo fue recubierto de tierra y leña a la que se le prendió fuego, ardiendo como los tradicionales hornos de carbón para dejar sus cenizas sobre toda la construcción.
            
Muros en el yacimiento tarteso de Cancho Roano










Altar primitivo en el centro del yacimiento arqueológico
Pasando un arroyo de agua abundante se entra en el yacimiento. La construcción tartesa consta de un muro cuadrado formado por grandes bloques de piedra en la base y ladrillos de adobe a continuación; todo el muro está circundado por un foso que estaría lleno de agua. En el interior hay varias habitaciones que rodean el altar del centro; solo se conserva el empedrado de una de ellas. La construcción estuvo enlucida en su cara exterior de caolín rojo, lo que debía darle mucha visibilidad. Se conservan dos pozos que permitían surtirse de agua sin tener que salir del edificio.
            A continuación fuimos hasta la próxima localidad de Zalamea de La Serena; después de recuperar fuerzas con una sabrosa comida recorrimos la parte antigua del pueblo acompañados por la amable María José, responsable de la oficina municipal de turismo.
Distylo de época romana situado junto a la iglesia de Zalamea
            Comenzamos deteniéndonos junto al Distylo, esas dos columnas romanas muy próximas entre sí que fueron construidas en tiempos del emperador Trajano a semejanza de otros existentes en Siria. El campanario de la iglesia estuvo adosado a él, pero en 1961 se construyó un nuevo campanario y el distylo ha quedado separado unos metros del resto del templo.
            Subimos hasta el castillo-palacio de Arribalavilla, situado en el centro del casco antiguo y rodeado de viviendas que casi lo camuflan. Empezó siendo castillo musulmán, después cristiano y finalmente palacio del Maestre don Juan de Zúñiga. En su época de esplendor se alojaron en el palacio varios intelectuales, entre ellos Antonio de Nebrija cuando estaba preparando la primera gramática castellana.  El elemento mejor conservado es el aljibe, situado en el centro de la fortaleza; descendimos hasta su fondo ya que está vacío de agua, agradeciendo la bajada de temperatura que se experimentaba al encontrarnos varios metros bajo el nivel del terreno.
En el interior del castillo de Arribalavilla
escuchando las explicaciones de la guía local
Viga de la que fue ahorcado
el capitán Álvaro de Ataide
             











La casa del alcalde perpetuo de Zalamea, Pedro Crespo, está convertida en museo para disfrute de los visitantes que quieran sentirse en un hogar rural del siglo XVI, con su planta superior o doblado donde se almacenaba el grano. Entre diversos enseres agrícolas y mobiliario antiguo situado en las diversas estancias, destaca la viga original de la que fue ahorcado el capitán Álvaro de Ataide, protagonista del suceso que dio lugar a la obra teatral El alcalde de Zalamea.
Grupo de beturios ante la fachada de la iglesia
del Santísimo Cristo de la Quinta Angustia
Fragmento de azulejos en la iglesia del
Santísimo Cristo de la Quinta Angustia
            
  La visita terminó en la iglesia del Santísimo Cristo de la Quinta Angustia, del siglo XVII, en la que destaca la gran cúpula situada sobre el crucero, cuyas dimensiones son desproporcionalmente grandes respecto a la nave debido a que esta no se prolongó hacia atrás todo lo que estaba previsto, quedándose el templo con unas dimensiones más cortas por falta de dinero. Rodeando al presbiterio encontramos paneles de azulejos de gran colorido que muestran escenas de la Biblia.
            Salimos de Zalamea para terminar de aprovechar la tarde visitando Magacela, el pueblo encaramado en un cerro que es una atalaya para la comarca de La Serena.
Dos de los socios fundadores de Beturia, Juan José Arias y José Iglesias, junto a la alcaldesa de Magacela,
delante del dolmen donde se celebró hace años la reunión fundacional
            Nos detuvimos junto al dolmen de Magacela, donde nos esperaba la alcaldesa Inés Escobar, una persona encantadora que nos acompañó el resto de la tarde. Junto al dolmen de Magacela celebraron los socios fundadores de Beturia una reunión en el año 1983 en la que decidieron la creación de la Asociación Cultural que ahora tenemos. José Iglesias leyó ante la alcaldesa y los participantes en este viaje el acta de esa reunión fundacional.
Vista de la fortaleza de Magacela a través del arco de vigas
de la Casa de la Cultura
            Después subimos hasta las calles principales de la población, a media ladera del cerro en cuya cima está la fortaleza. La alcaldesa nos contó algunas leyendas de la época en que musulmanes y cristianos se disputaban la posesión del enclave. Nos recomendó visitar Magacela la noche del Viernes Santo, cuando se celebra una procesión que sube desde el casco urbano al castillo, para llegar allí justo cuando oscurece, y bajar después iluminada con antorchas. Muy curiosa es la actual Casa de la Cultura municipal, de una planta pero con un marco de vigas sobre ella, como si se fuera a construir una segunda planta, que solo sirve para divisar a través del marco la fortaleza como si estuviera encuadrada. Las calles se retuercen para adaptarse a la topografía del terreno; quedan fachadas de casas tradicionales y algunas puertas con jambas y dintel de piedra.
            El día siguiente lo dedicamos a visitar Medellín. A nuestra llegada nos estaba esperando Tomás García, Presidente de la Asociación Histórica Metellinense. La historia y monumentos de Medellín es demasiado amplia para poder abarcarla en una visita de un día, pero gracias a Tomás quedamos muy bien informados de todos los devenires históricos de una población nacida en un cerro junto al Guadiana, dominando dos vados, por lo que siempre tuvo gran importancia estratégica.
            Aquí volvimos a encontrarnos con los tartesos. La erudición de Tomás nos permitió saber que se han encontrado restos de una población tartesa en la cima ocupada por el castillo, instalaciones en otros lugares del actual Medellín y una necrópolis junto al Guadiana de la que apenas se ha excavado la tercera parte. En la necrópolis apareció un Kilyx o copa ceremonial fabricado en Creta, de gran belleza, con el nombre del fabricante en él escrito entre los dibujos que lo decoran y que se conserva en el museo arqueológico en Madrid.
            Medellín fue fundada por los romanos antes que Mérida, tomando el nombre de su fundador Quinto Cecilio Metelo (de ahí su nombre Metellinum) y fue la población más importante de la región hasta que la construcción de la Vía de la Plata trasladó el paso de personas y mercancías a Emérita Augusta.
Graderío del teatro romano de Medellín y, sobre él, elcastillo
            Comenzamos visitando el teatro romano y su centro de interpretación. El teatro comenzó a ser excavado hace ya bastantes años; los trabajos de recuperación concluyeron hace poco tiempo y el año pasado (2014) hubo representaciones teatrales por primera vez. Siguiendo el criterio actual, los elementos que faltan no han sido sustituidos por otros como se hizo en el teatro romano de Mérida, sino que se han dejado solo elementos originales; por ejemplo, en el escenario están trozos de algunas de las muchas columnas que tuvo en su época de esplendor. Casi el 100% de las gradas y la escena tiene las piedras originales de la época romana; solo han sido sustituidos algunas piezas que se deteriorarían al aire libre; las originales están en el centro de interpretación y en el teatro se han colocado réplicas. Como el teatro fue construido en la ladera de la colina ocupada por el castillo, aprovechando el relieve del terreno para ir elevando los graderíos, desde la escena se puede contemplar un teatro romano situado debajo de un castillo medieval.
Interior del aljibe del castillo de Medellín
            Subir hasta el castillo vale la pena por los paisajes que se contemplan desde allí, incluido el puente de época barroca situado casi en el mismo lugar donde hubo uno romano y, después, otro renacentista que las grandes riadas del Guadiana destruyeron.
            El castillo actual es fruto de la reconstrucción que se hizo en 1373. Rodeado por una muralla que le confiere un perímetro ovalado, en su interior tiene un muro  perpendicular a la dirección del río que lo divide en dos partes. En sus torres alberga algunas piezas de museo relacionadas con la historia de Medellín y del propio castillo. El aljibe conserva en su fondo una columna en la que se apoyan dos arcos de estilo musulmán que sostiene la bóveda.
Vista del teatro romano, su centro de interpretación (antigua iglesia)
y casco urbano de Medellín desde las almenas del castillo
           
La visita terminó bajando hasta la plaza principal. Según relató Tomás García, esta plaza era mucho más pequeña que en la actualidad. En el siglo XIX fue ampliada tras la demolición de varias viviendas que habían sido muy dañadas durante la ocupación de los franceses tras la batalla de Medellín en 1909. Lo malo es que entre las antiguas viviendas que se terminaron de demoler estaba la casa natal de Hernán Cortés.
Típica imagen de la estatua de Hernán Cortes
en la plaza de Medellín y, al fondo, elcastillo

        Además de la estatua del conquistador, una piedra perteneciente a las casas derribadas que conserva un escudo heráldico por una cara indica por la otra que en ese lugar estuvo la habitación donde nació Hernán Cortés. En el pavimento de la plaza están indicados lugares donde estuvo una instalación tartesa y otra romana, y una larga franja de cristal deja a la vista los cimientos del muro de la fachada de la casa de Hernán Cortés.

            Por la tarde nos desplazamos a la otra orilla del Guadiana para subir hasta el restaurante Quinto Cecilio, situado sobre una colina que domina todo Medellín. Los rapsodas y cantantes de Beturia nos deleitaron al resto de los asistentes con poesías y canciones, y Juan Sánchez Huertas compuso un acróstico en recuerdo de la visita de Beturia a Medellín que dice lo siguiente:

Música y cante expontáneo en el restaurante Quinto Cecilio
 Bienvenidos este día
              Entre historia y monumentos
       Tierra de conquistadores
      Universales extremeños
          Río Guadiana, su riqueza,
       Iglesias, teatro, castillo.
            A Medellín ... agradecidos.



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